El país, una vez emblema de prosperidad en la región, ha sufrido un colapso económico que ha dejado sus servicios públicos en ruinas. Con una infraestructura que era modelo en su momento, ahora enfrenta cortes de luz, agua y servicios básicos, afectando gravemente la calidad de vida de sus ciudadanos. La economía, anteriormente robusta, ahora se tambalea con una moneda que se ha devaluado significativamente, y un poder adquisitivo que continúa cayendo en picada. La situación ha llevado a que los salarios y pensiones se conviertan en insuficientes para cubrir las necesidades básicas, empujando a muchas familias al umbral de la pobreza.
La hiperinflación ha generado un ciclo destructivo del que parece difícil escapar. Las tasas de inflación han disparado los precios de los productos esenciales, complicando aún más la vida cotidiana de los ciudadanos. Esta crisis económica es el resultado de una serie de políticas públicas fallidas y una administración que no ha logrado frenar el deterioro del país. Los expertos advierten que sin reformas económicas profundas y un cambio en las políticas gubernamentales, el futuro sigue siendo incierto, y el descontento social se intensifica, creando un ambiente de inestabilidad y desesperación.
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