Los vehículos en los que se desplazaba Evo Morales, el expresidente de Bolivia, fueron atacados con 18 disparos mientras transitaban por una carretera en el Chapare. El hecho ha sido calificado por Morales como un intento del gobierno de Luis Arce de detenerlo, describiéndolo como un «atentado» contra su vida. Aunque Morales salió ileso, su chofer sufrió una herida leve en la nuca. A través de una entrevista con Radio Kausachun Coca, Morales relató cómo vehículos no identificados bloquearon su camino antes de abrir fuego, lo que, según él, fue un «operativo planificado» para acabar con su vida. Las tensiones en el país se han intensificado debido a este incidente violento, que según Morales es parte de una campaña política en su contra emprendida por el gobierno actual.
El ataque ha generado protestas y bloqueos en el Chapare, una zona de gran significancia política para Morales, en la que ostenta un fuerte respaldo desde los años noventa. Este evento surge en un contexto donde Morales enfrenta una orden de arresto por acusaciones de estupro, relacionadas con un presunto incidente ocurrido en 2016. Sin embargo, él lo niega y lo considera parte de una ofensiva política en una lucha interna con Arce por el control del Movimiento al Socialismo (MAS) de cara a las elecciones de 2025. Mientras tanto, el gobierno no ha emitido un comunicado oficial sobre el tiroteo, aunque algunos voceros del oficialismo sugieren que podría tratarse de un «autoatentado» vinculado a recientes acusaciones sobre Morales. La situación refleja una compleja y tensa coyuntura en la política boliviana actual, marcada por rivalidades internas y acusaciones cruzadas.
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