Un establecimiento en Madrid ha utilizado una estrategia legal para eludir la normativa municipal sobre horarios y ruidos, operando bajo la fachada de un club social. Esta maniobra le permite continuar con sus actividades hasta altas horas, desafiando las restricciones impuestas a otros locales similares en la ciudad. Estas licencias de club social, que históricamente se otorgaban para propósitos culturales o recreativos específicos entre miembros, ahora se están convirtiendo en herramientas para algunos operadores que buscan maximizar sus horas de funcionamiento sin las limitaciones que enfrentan las licencias convencionales.
La situación ha generado preocupación entre los residentes locales, quienes han expresado su malestar por el ruido y el trasiego inusual en sus calles. Las autoridades municipales se enfrentan al desafío de regular este resquicio legal que permite, en la práctica, que el establecimiento opere casi sin restricciones. La creciente tendencia de establecimientos que cambian su licencia plantea interrogantes sobre el equilibrio entre los derechos de los empresarios y la calidad de vida de los vecinos. Mientras tanto, se espera que más locales adopten estrategias similares, aumentando la presión sobre el Ayuntamiento para que refuerce la normativa existente o introduzca cambios legislativos.
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