En una vibrante edición de la célebre clásica Milano-San Remo, el ciclista neerlandés demostró una resistencia excepcional frente a los poderosos ataques del campeón del mundo en los icónicos ascensos de la Cipressa y el Poggio. La competencia, marcada por la tensión y la estrategia en cada tramo, culminó en un emocionante sprint final en la Via Roma, en el que el ciclista holandés logró imponerse con destreza, dejando al italiano Filippo Ganna en la segunda posición. Este triunfo representa el séptimo Monumento en la destacada carrera del corredor, un logro que subraya el legado deportivo heredado de su abuelo, el legendario Raymond Poulidor.
El desarrollo de la carrera fue una muestra magistral de táctica y condición física, especialmente durante los puntos críticos en la Cipressa y el Poggio, donde el campeón del mundo lanzó repetidos intentos para escaparse. Sin embargo, el holandés se mantuvo firme, controlando el ritmo del grupo y demostrando su experiencia en Monumentos ciclísticos. En los últimos metros, su capacidad para esprintar le otorgó la victoria en una de las clásicas más prestigiosas del ciclismo internacional, consolidando su reputación como uno de los mejores ciclistas de su generación. El espectáculo ofrecido en las calles de San Remo fue un testimonio del alto nivel de competitividad y de la tradición que caracteriza a este deporte.
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