México enfrenta un desafío significativo en su relación comercial con Estados Unidos debido a las tensiones arancelarias impuestas por el gobierno de Donald Trump. A pesar de haber sido inicialmente excluido de los aranceles recíprocos aplicados a numerosos países, México ahora debe lidiar con aranceles sobre sus exportaciones fuera del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), así como sobre productos clave como automóviles, acero, aluminio y cerveza. En un intento por obtener un trato más favorable, el gobierno de Claudia Sheinbaum busca negociar un acuerdo arancelario más ventajoso, especialmente en el sector automotriz, que representa una parte significativa de las exportaciones mexicanas hacia su vecino del norte. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, ha intensificado los esfuerzos diplomáticos, reuniéndose con altos funcionarios estadounidenses para abogar por tarifas más bajas, en particular sobre los automóviles, esperando atenuar el impacto económico en la industria mexicana.
En respuesta a estas tensiones, el gobierno mexicano está implementando estrategias para mitigar los efectos negativos y fortalecer su posición económica. Entre las medidas tomadas se encuentra el aumento de la producción local de vehículos para el mercado nacional, lo cual, según el plan del gobierno, incrementará el contenido nacional en la cadena automotriz. A pesar de los desafíos, México sigue siendo el principal socio comercial de EE UU, registrando un crecimiento en las exportaciones durante los primeros meses del año. Esta posición está respaldada por su proximidad geográfica y la integración de su cadena de suministro con Estados Unidos, factores que el gobierno de Sheinbaum espera capitalizar en las negociaciones en curso. Mientras el país busca proteger sus intereses económicos, también se enfrenta al desafío de reducir la dependencia de importaciones de Asia, sobre todo de China, en un contexto de crecientes tensiones comerciales globales.
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