Un alto el fuego en la Franja de Gaza ha sido alcanzado entre Israel y Hamás, marcado por la mediación de Estados Unidos, Egipto y Qatar. Pese a la continuidad de los bombardeos hasta último momento, ambas partes acordaron un texto que subraya concesiones mutuas: Hamás accedió a un repliegue parcial de las tropas israelíes, mientras que Israel obtendrá la liberación de un tercio de sus rehenes a cambio de un millar de prisioneros palestinos. Este acuerdo, que aún espera la formalización por el Gobierno israelí, contempla la reanudación de la ayuda humanitaria y el regreso de los desplazados al norte de Gaza. La tregua se implementará en tres fases, aunque las dificultades políticas en Israel y el contexto electoral en Estados Unidos han complicado las negociaciones.
El alto el fuego, cuyas características difieren poco de una propuesta anterior rechazada por el entonces primer ministro Netanyahu, se concreta ahora coincidiendo con la transición presidencial en Estados Unidos. La retirada de Biden de la Casa Blanca llegará con el mérito de haber promovido este acuerdo, mientras que la inminente presidencia de Trump y su equipo, incluido el enviado especial Steve Witkoff, parecen haber catalizado el compromiso final mediante amenazas de acción contundente si los rehenes no eran liberados. Aunque esta pausa en el conflicto es un paso hacia la paz, el escepticismo persiste respecto a los resultados a largo plazo, dado que cuestiones fundamentales como la eliminación de Hamás y la retirada total de tropas israelíes continúan sin resolverse. Un acuerdo de paz definitivo sigue dependiendo del establecimiento de un futuro viable para ambos pueblos, israelí y palestino, posiblemente bajo el marco de los dos Estados.
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