El asesinato del CEO de UnitedHealthCare, Brian Thompson, en Nueva York ha desencadenado un aluvión de críticas y revelaciones sobre las prácticas de grandes aseguradoras de salud en Estados Unidos. Testimonios de ciudadanos señalan que estas compañías han negado tratamientos esenciales, calificándolos de «innecesarios», lo que frecuentemente resultó en la muerte de pacientes. Este caso ha cobrado relevancia debido a la reacción de un joven de 26 años, Luigi Mangione, quien, tras sufrir dolores de espalda no atendidos, asumió justicia por mano propia. Mangione enfrenta un juicio con una posible condena a cadena perpetua o incluso la pena de muerte. Mientras tanto, algunos sectores de la sociedad han manifestado su apoyo hacia el joven, alegando que las aseguradoras deberían rendir cuentas por el dolor infligido a tantas personas.
Simultáneamente, una investigación del Wall Street Journal ha revelado cómo UnitedHealth incentivaba a sus médicos a sobrediagnosticar a pacientes para obtener más ingresos del gobierno a través de Medicare Advantage, un sistema público para mayores y personas con discapacidades. Tal práctica implicaría que los médicos diagnosticaban enfermedades graves sin evaluar debidamente a los pacientes, lo que incrementaba artificialmente los costes que las aseguradoras facturaban al gobierno. La encuesta realizada por la Universidad de Chicago destaca que más del 65% de los encuestados responsabilizan a las políticas de las aseguradoras como detonante del asesinato de Thompson, mientras que una minoría señaló al joven Mangione como responsable principal. Estas revelaciones han avivado el debate sobre la ética en la industria de seguros de salud y prioridades de las compañías en el sector.
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