El sábado por la mañana, miles de personas se congregaron en la Plaza de San Pedro del Vaticano para despedir al Papa Francisco en un emotivo funeral. El cortejo fúnebre recorrió las calles de Roma en un papamóvil abierto, permitiendo a los fieles dar el último adiós al pontífice que dedicó su vida a los más necesitados. En su llegada a la Basílica de Santa María la Mayor, el féretro fue recibido entre aplausos y por un grupo de personas marginadas, quienes portaron rosas blancas como símbolo de respeto y agradecimiento por el Papa que siempre tuvo presente a los «últimos y descartados» en su corazón y enseñanzas.
El entierro procesional concluyó en la Capilla Paolina, donde el féretro fue llevado al sepulcro que Francisco encargó en vida, en una ceremonia privada marcada por solemnidades religiosas y cánticos. La sepultura se desarrolló entre oraciones y se imprimieron los sellos del Cardenal Camarlengo y otras autoridades eclesiásticas. Finalmente, el notario del Capítulo Liberiano certificó el entierro, marcando el final del último adiós al Papa argentino, recordado por su lucha por reformar la Iglesia y su devoción por los más humildes. Las puertas de la basílica se abrirán nuevamente al público el domingo, permitiendo a los fieles rendir homenaje a su legado.
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