En Marruecos, las protestas sociales han alcanzado un punto crítico con la muerte de tres manifestantes durante un asalto a una comisaría en Agadir. Estas manifestaciones, impulsadas por el grupo GENZ 212, comenzaron en redes sociales y han movilizado a jóvenes de clase media y sectores desfavorecidos. El descontento se centra en la falta de mejoras en sanidad, educación y empleo, así como en la corrupción gubernamental. La situación refleja un malestar creciente, con un 72% de la población denunciando prácticas corruptas y un 55% de menores de 30 años pensando en emigrar por razones económicas.
Las protestas, que han causado 354 heridos y considerables daños materiales, exigen la dimisión del primer ministro Aziz Ajanuch, aunque mantienen su lealtad al rey Mohamed VI. El gobierno ha intentado responder prometiendo diálogo e implementación de políticas públicas, mientras el monarca participa en actos públicos y se prepara para coorganizar el Mundial de Fútbol de 2030 con España y Portugal. Sin embargo, el contraste entre estas inversiones y el sufrimiento socioeconómico de los ciudadanos despierta críticas, como las de Said Ait Mehdi, afectado por el terremoto del Alto Atlas en 2023, que fue encarcelado por liderar protestas en Rabat.
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