La península Ibérica enfrenta un desafío continuo respecto a su conexión con el sistema eléctrico europeo, debido principalmente a la limitada interconexión con el resto del continente. Con sólo dos conexiones eléctricas por Cataluña y el País Vasco, España ha tenido que refinar la gestión de su red para equilibrar demanda y producción de energía. Red Eléctrica de España (REE) ha mantenido con éxito este equilibrio, aunque el reciente apagón sugiere un desajuste inesperado en la demanda y producción que desconectó temporalmente a la península de Francia. Esta fragilidad en la red resalta la necesidad urgente de mejorar las interconexiones para evitar futuras crisis energéticas.
El apagón del 28 de abril es un recordatorio de la vulnerabilidad del sistema eléctrico peninsular. A pesar de los esfuerzos de España y Francia para mejorar la interconexión, los avances han sido limitados, alcanzando apenas un 2% de conexión con Europa continental. El desarrollo de una interconexión submarina a través del golfo de Bizkaia, prevista para 2028, promete mejorar la capacidad de intercambio energético, pero la espera es larga. Mientras tanto, el sistema sigue en una posición precaria, susceptible a fallos e incidentes que podrían derivar en apagones significativos, poniendo en cuestión la resiliencia energética de la región.
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