En una reciente intervención, un representante abordó la situación crítica que atraviesa España debido a la tormenta DANA, haciendo un llamado a la reflexión sobre el papel crucial que deben desempeñar las instituciones en la gestión de estos desastres naturales. Sin mencionar nombres específicos, ni al Gobierno central ni al autonómico, la declaración fue clara en señalar una cierta insuficiencia institucional al enfrentar estos fenómenos climáticos extremos que han afectado gravemente diversas regiones del país. Las consecuencias han sido devastadoras, dejando a su paso considerables daños materiales y alterando la vida cotidiana de miles de ciudadanos.
El discurso también enfatizó la necesidad imperante de que las administraciones públicas asuman su responsabilidad tanto en la prevención como en la respuesta eficaz ante eventos climáticos de esta magnitud. Se destacó la importancia de planificar y ejecutar estrategias a largo plazo que disminuyan el impacto de futuras catástrofes y garanticen la seguridad de la población. Aunque no se mencionaron detalles específicos ni se hicieron alusiones directas a políticas actuales, el mensaje subyacente fue una llamada a la acción coordinada y eficiente para afrontar los retos que el cambio climático plantea ineludiblemente a España.
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