El pívot francés fue el protagonista indiscutible del encuentro al anotar 27 puntos y capturar 24 rebotes, demostrando un dominio absoluto en la zona. Su actuación resultó crucial, especialmente ante un equipo angelino que evidenció serias dificultades para contrarrestar su altura y presencia en el juego interior. La falta de centímetros en la plantilla contraria fue un factor determinante que permitió al jugador destacar y liderar a su equipo hacia la victoria.
Los angelinos, por su parte, sufrieron las consecuencias de esta desventaja física, lo que se tradujo en una incapacidad para frenar el avance del pívot en momentos críticos del partido. La diferencia en el juego interno fue notoria y marcó el ritmo del duelo, reflejando la importancia del control en los rebotes y el impacto de un jugador dominante en esa faceta del juego. La actuación del francés fue un recordatorio contundente de cómo el baloncesto se puede decidir en la pintura.
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