En el último año, las protestas diarias en la calle Ferraz de Madrid han intensificado la presión sobre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en medio de crecientes demandas de dimisión tras las devastadoras inundaciones en Valencia, que han dejado al menos 214 muertos. Las manifestaciones, que comenzaron el 2 de noviembre de 2023 para oponerse a la amnistía, se han transformado en un clamor contra la gestión de la crisis por parte del Gobierno. El pasado domingo, los manifestantes, en su mayoría afines a agrupaciones de ultraderecha como Noviembre Nacional y Democracia Nacional, triplicaron su número habitual, alcanzando unas 200 personas, quienes corearon consignas como “Por Valencia y su gente, a la mierda el Presidente”. Los manifestantes se reúnen diariamente a las 19:30 horas frente a la Parroquia del Inmaculado Corazón de María, antes de marchar hacia la sede socialista, desafiando la presencia policial y cortando el tráfico en señal de protesta.
Pese al tono airado de las manifestaciones, los disturbios violentos que caracterizaron los primeros dos meses han dado paso a concentraciones más ordenadas, aunque no exentas de fuertes críticas y simbología franquista. La tensión se ha trasladado también a otras zonas del país, como Paiporta, donde Sánchez, los Reyes y el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, fueron increpados durante una visita al área afectada. Además de reclamar responsabilidades políticas, los grupos detrás de las protestas han organizado la recogida de alimentos y agua para los damnificados, mostrando un esfuerzo de ayuda humanitaria paralelo al de sus reivindicaciones políticas. Sin embargo, la presencia constante de voces discordantes y su organización a través de redes sociales y Telegram, donde Noviembre Nacional cuenta con casi 30.000 seguidores, subraya la continuidad de una oposición radical al gobierno actual, alimentada por un descontento cada vez más visible en sectores específicos de la sociedad.
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