El reciente Papa ha conseguido un notable consenso dentro de la Iglesia y en el ámbito internacional. Conocido por su habilidad para unir diferentes facciones, ha establecido un puente entre la curia y el movimiento progresista del francisquismo, promoviendo un diálogo constructivo que ha traído estabilidad y renovación. Su enfoque inclusivo y abierto ha sido clave para abordar temas controversiales dentro de la Iglesia, ganándose el apoyo de diversos sectores eclesiásticos que históricamente han estado en desacuerdo.
En el escenario global, su diplomacia ha fortalecido las relaciones del Vaticano con el mundo, logrando un equilibrio que lo posiciona como una figura influyente en asuntos internacionales. Este Papa ha trabajado de cerca con diferentes líderes y organizaciones, cimentando una imagen de mediador capaz de facilitar conversaciones entre naciones. Su liderazgo ha recibido elogios por su enfoque equilibrado y visionario, lo que refuerza el papel del papado en la diplomacia mundial.
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