Hoy en Bruselas se vive una intensa batalla política entre el Gobierno español y el Partido Popular (PP) en torno a la oficialidad del catalán, euskera y gallego en la Unión Europea. Ambos bandos se esfuerzan al máximo en una carrera contrarreloj que busca influir en el resultado de la votación que se llevará a cabo al mediodía. El Gobierno intenta conseguir el apoyo unánime necesario para la aprobación, mientras que el PP busca aliarse con otros países para establecer un veto y así bloquear la propuesta. La dinámica entre ambos partidos se ha trasladado del ámbito nacional al europeo, en un intento por definir el futuro lingüístico dentro de la UE.
El desenlace de este enfrentamiento es incierto, con posibilidades de cambios y estrategias de última hora que podrían determinar la dirección del voto final. Mientras el Ejecutivo español realiza gestiones para persuadir a otros países miembro de apoyar la iniciativa, el PP se esfuerza por convencerlos de las implicancias negativas que, según ellos, tendría el reconocimiento de estas lenguas en toda la Unión. La situación refleja un complejo juego de influencias políticas donde cada actor busca fortalecer su posición a nivel europeo, mostrando las dimensiones que puede alcanzar un tema que, en principio, podría parecer meramente cultural y lingüístico.
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