La política climática ha emergido como un indicador crucial dentro de la Unión Europea, marcada por la necesidad de pragmatismo y la búsqueda de acuerdos, aunque no sean perfectos. Después de intensas negociaciones que se extendieron por más de 24 horas entre ministros de Medioambiente, se ha logrado un pacto que establece un recorte del 90% en las emisiones de CO2 para 2040, aunque con flexibilidad para los gobiernos nacionales. Esta decisión es vista como esencial por países como España, que abogan por una ambición alineada con las exigencias científicas y la competitividad económica en Europa.
El acuerdo, que contó con la oposición de Eslovaquia, Hungría y Polonia, necesita de una mayoría cualificada para su validación. Este pacto se erige como un paso hacia una posición unificada para la próxima cumbre COP en Brasil, donde se discutirá una reducción del 66,25% al 72,5% de emisiones de CO2 para 2035. A medida que el ámbito de la política climática se complejiza, la Comisión Europea ha comenzado a adoptar un enfoque más flexible, reconociendo que la realidad política y social demanda adaptaciones constantes ante un entorno cada vez más incierto.
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