El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, ha llevado a cabo una gira diplomática intensa que incluyó visitas a Kiev, Varsovia y Washington en 48 horas. Ha informado al presidente Joe Biden y al primer ministro británico Keir Starmer sobre la posibilidad de dar luz verde para que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra objetivos en Rusia, aunque esta autorización estaría condicionada por la guía de la Inteligencia estadounidense en los ataques. Mientras, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido que tal acción cambiaría la naturaleza del conflicto y sería vista como una declaración de guerra por la OTAN. A pesar de sus bravatas, Putin justifica el uso de misiles proporcionados por Irán y sigue calificando la invasión de Ucrania como una «operación militar especial».
Desde Washington, la Administración Biden busca reforzar el apoyo a Ucrania antes de la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. En Varsovia, Blinken se reunió con líderes polacos y reafirmó el compromiso de suministrar a Ucrania los medios necesarios para repeler la agresión rusa, subrayando los crímenes de guerra cometidos por Rusia al atacar civiles e infraestructuras. Ucrania, que ya usa sistemas de artillería como el Himars y tanques británicos Challenger 2, podría estar al borde de recibir una autorización para usar misiles de mayor alcance contra unas 250 bases militares rusas, lo que supondría un cambio estratégico significativo en el conflicto. Blinken reiteró la confianza en la victoria de Ucrania, pese a las recientes pérdidas, y sugirió que se busca presionar al Kremlin para que permita una salida que garantice la soberanía ucraniana.
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