En la reciente cumbre de la Comunidad Política Europea en Copenhague, el primer ministro polaco, Donald Tusk, avivó el debate sobre las lealtades geopolíticas en el continente al insinuar públicamente que su homólogo húngaro, Viktor Orbán, favorece a Rusia en el conflicto con Ucrania. Tusk planteó la cuestión de las alianzas en la guerra, dejando clara la posición de Polonia, la OTAN y Europa a favor de Ucrania, mientras Orban, conocido por su cercanía con el Kremlin, respondió que el verdadero desafío de Europa es la economía, no Rusia.
El intercambio de declaraciones no se detuvo en la cumbre. En redes sociales, Orbán mantuvo su postura afirmando que Hungría no está involucrada en la guerra, y subrayó su prioridad de garantizar la seguridad y paz para su país. Tusk, por su parte, reafirmó su acusación de que Orbán se alinea con el agresor ruso. El enfrentamiento entre ambos líderes resalta las tensiones internas de la UE respecto a su unidad y enfoque frente al conflicto en Ucrania, en un momento crítico donde la diplomacia continental busca consolidar su postura colectiva.
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