Donald Tusk, primer ministro de Polonia, se posiciona como un baluarte contra el auge del populismo en Europa, siendo destacado por la publicación Politico como uno de los líderes fundamentales hasta 2025. Bajo su liderazgo, Polonia asume la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea el 1 de enero, sucediendo a Hungría, cuyo mandato ha sido criticado por estancamiento debido a su falta de interés en avanzar en objetivos comunes. Con un enfoque en la restauración democrática, Tusk busca dirigir la región hacia un retorno a los valores democráticos, enfrentándose abiertamente a figuras como Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, cuyo reciente gesto de otorgar asilo a un político polaco prófugo ha avivado tensiones en la UE. En el contexto de una campaña presidencial en mayo, Tusk trabaja para evitar que el actual presidente, Andrzej Duda, del partido Ley y Justicia, gane protagonismo, mientras sostiene la cohesión de una coalición liberal diverso que logró vencer el populismo nacional.
El mandato de Tusk también transcurre en un escenario geopolítico complejo, marcado por el inicio del segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos. Las políticas que Trump adoptará hacia Ucrania y su relación con la UE podrían influir decisivamente en el contexto europeo. La alineación de Polonia en defensa y su firme apoyo a Ucrania elevan su perfil en una Europa que se enfrenta a la guerra agresiva en sus puertas. Tusk, con el apoyo de líderes como Emmanuel Macron y posiblemente Friedrich Merz en Alemania, lidera una política exterior que promueve sanciones contra Rusia y defiende la integración de Ucrania en la UE y potencialmente en la OTAN. En casa, Tusk navega una difícil cohabitación política y busca consolidar una agenda pro-europea y democrática que refuerce su figura como uno de los líderes más necesarios para el futuro de Europa, en contraste con las fracturas políticas observadas en Francia y Alemania.
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