Madrid se enfrenta a una transformación en su imagen pública, pasando de ser promocionada como el «Miami de Europa» a una «Gotham cañí», según el análisis de diversas voces críticas con la gestión institucional. Mientras las autoridades continúan exaltando sus bondades, cada vez son más evidentes las señales de deterioro en múltiples aspectos de la ciudad. Desde el aumento de la desigualdad hasta la proliferación de delitos menores, la capital española parece estar desviándose de la imagen idílica que se pretende proyectar. Estas críticas señalan que las estadísticas sobre seguridad y calidad de vida no reflejan la realidad en las calles, donde tanto residentes como visitantes experimentan una experiencia urbana menos acogedora.
La narrativa oficial destaca a Madrid como un destino atractivo para nuevos negocios y turismo, pero detrás de esta fachada, persisten problemas estructurales que afectan profundamente la vida diaria de sus habitantes. La publicidad institucional choca con las experiencias vividas en barrios donde el acceso a servicios básicos se encuentra comprometido, y la sostenibilidad del desarrollo económico es puesta en duda. Este contraste alimenta un debate sobre el verdadero estado de la ciudad y plantea interrogantes sobre la eficacia de las políticas públicas implementadas para abordar estos desafíos crecientes.
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