Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), reconocido como el mayor fabricante mundial de semiconductores por contrato, está ajustando su estrategia de inversiones a nivel global en respuesta a la creciente presión geopolítica y cambios en la demanda del mercado. La compañía ha decidido acelerar la finalización de sus instalaciones en Arizona, adelantando el calendario hasta seis meses, impulsada por el respaldo del gobierno de Estados Unidos y la creciente necesidad de semiconductores avanzados para sectores de defensa, inteligencia artificial y computación de alto rendimiento.
La nueva estrategia posiciona a Estados Unidos como una prioridad indiscutible en el mapa de inversiones de TSMC. Los planes incluyen la operación de tres nuevos centros de producción, dos plantas de empaquetado avanzado y un centro de investigación antes de 2030. Este despliegue incrementa significativamente la inversión en suelo estadounidense de 65.000 a 165.000 millones de dólares. La compañía busca con esto mitigar las tensiones en la cadena de suministro y reducir la volatilidad de costos para sus clientes en Estados Unidos, incluso si los chips manufacturados localmente son más costosos que los producidos en Taiwán.
Internamente, TSMC destaca que la producción local permitirá una respuesta más rápida a la demanda estratégica de sectores críticos en Estados Unidos, especialmente tras el impacto de la pandemia y las tensas relaciones con China. Esta decisión también fortalece el compromiso de Estados Unidos con la soberanía tecnológica, asegurando un suministro crucial para la defensa nacional y sectores emergentes de inteligencia artificial.
En contraste, la situación es diferente en Europa y Japón. La fábrica de TSMC en Kumamoto, Japón, no ha alcanzado sus objetivos de utilización previstos, enfrentando problemas de tráfico e infraestructuras que retrasa la construcción de una segunda planta. La escasez de mano de obra y las previsiones conservadoras de pedidos de sectores como el automotriz y la electrónica también obstaculizan la expansión en territorio japonés.
En Alemania, la ralentización en la producción de automóviles, impulsada por la caída de las ventas de motores de combustión, debilita la demanda de chips. La colaboración de TSMC con Bosch, Infineon y NXP en Dresden enfrenta retrasos debido a ajustes de plantilla y un entorno macroeconómico poco favorable, afectando las expectativas de crecimiento en el continente europeo.
A pesar de estos cambios, Taiwán sigue siendo el núcleo operativo de TSMC, concentrando la mitad de las nueve fábricas en construcción. Aunque la diversificación internacional contempla los riesgos geopolíticos, la isla continúa siendo un bastión clave en el ecosistema global de chips avanzados.
Actualmente, la reorientación de proyectos en Japón y Europa se observa como una táctica de reasignación de recursos hacia Estados Unidos, donde convergen el apoyo político, los incentivos económicos y una demanda urgente. En el corto plazo, la prioridad de TSMC es consolidar su presencia y capacidad productiva en Estados Unidos, sin comprometer la calidad tecnológica que ha hecho de la compañía un actor fundamental en la carrera global por la supremacía de los semiconductores.
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