La esperada expansión de TSMC en Estados Unidos, inicialmente aclamada como un renacimiento del sector industrial de semiconductores, enfrenta serios cuestionamientos tras una demanda colectiva en su planta de Arizona. Diecisiete empleados estadounidenses han presentado denuncias por discriminación sistemática, abusos verbales y condiciones laborales inseguras, empañando la imagen positiva con la que se había proyectado esta iniciativa.
La demanda, que se encuentra en proceso en el Tribunal del Distrito Norte de California, fue interpuesta por diversos trabajadores, incluidos veteranos y profesionales experimentados, quienes aseguran haber sido marginados por no ser de origen taiwanés o chino. Las acusaciones planteadas son alarmantes. Según los demandantes, TSMC ha mostrado una preferencia sistemática por candidatos taiwaneses o chinos, llevando a cabo ofertas laborales y ferias de empleo en mandarín, y excluyendo deliberadamente a empleados estadounidenses de reuniones y documentación técnica relevantes.
Más preocupante aún son los informes de abusos verbales y humillaciones públicas, donde empleados fueron etiquetados por sus superiores como “vagos” o “estúpidos”. A esto se suman casos de acoso físico y actos de racismo. Un caso destacado involucra un incidente en el cual un técnico denunció tocamientos inapropiados y otro donde un empleado encontró un pollo de goma colgado sobre su escritorio, un gesto racista que quedó impune. También se reportaron negligencias en seguridad laboral, como el episodio en el que una técnica inhaló productos químicos sin protección adecuada y tuvo que transportarse al hospital por su cuenta.
Exdirectivos de recursos humanos de TSMC Arizona han alzado su voz contra una cultura corporativa que describen como hostil hacia trabajadores no asiáticos. Según sus testimonios, intentaron comunicar estas irregularidades internamente, pero fueron ignorados, degradados o forzados a salir de la empresa. Uno de los testimonios más contundentes proviene de un veterano de la Fuerza Aérea de EE. UU. que, tras solicitar transporte especial debido a heridas de guerra mientras estaba en Taiwán, fue atropellado al verse forzado a trasladarse en scooter.
Frente a las solicitudes de comentarios, TSMC emitió una declaración general, sin abordar directamente las acusaciones, afirmando su compromiso con un entorno inclusivo y seguro.
Este escándalo amenaza con dañar la reputación de TSMC como aliado estratégico en la fabricación nacional de chips, una pieza clave en la independencia tecnológica de EE. UU. A medida que la presión política y económica se intensifica para reubicar capacidades críticas en Estados Unidos, la pregunta que surge es si la excelencia técnica y la inclusión pueden coexistir en un entorno global cada vez más integrado. El caso, bajo el número 5:24-cv-5684-VKD, podría ser un punto de inflexión en la colaboración entre empresas extranjeras y el talento local en el sector tecnológico, marcando el rumbo de futuras inversiones internacionales en territorio estadounidense.
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