El abrupto cierre de la aplicación CBP One, coincidiendo con la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, ha dejado a miles de migrantes en la frontera en un estado de profunda incertidumbre y desesperación. La plataforma, creada durante el mandato de Joe Biden, permitía a personas que llegaban a México solicitar una cita para pedir asilo en uno de los ocho puntos oficiales de entrada a Estados Unidos. Dicha funcionalidad garantizaba cierta seguridad y organización en el cruce fronterizo, otorgando a los migrantes una estancia temporal en México sin el riesgo inmediato de ser deportados. Con la suspensión repentina del programa, los migrantes, muchos de ellos procedentes de Venezuela, Cuba, Colombia, y Perú, se han visto atrapados, con citas canceladas y sin opciones claras sobre su futuro.
En ciudades como Tijuana y Ciudad Juárez, miles de personas, incluidas familias enteras con niños pequeños, aguardan entre el desconcierto y la frustración frente a los puestos fronterizos. El personal de organizaciones de derechos humanos y albergues como la Casa del Migrante, preocupados por la situación, destacan la vulnerabilidad en que quedan los migrantes. La incertidumbre reinante es alimentada por las declaraciones del presidente Trump, quien ha prometido endurecer las políticas migratorias y llevar a cabo deportaciones masivas. Testimonios como el de Margelis, una mujer venezolana, y Odalys Fundicheli, una cubana que buscaba reunirse con su familia en Dallas, reflejan el desamparo y la desesperación ante un proceso que hasta hace poco parecía conducirlos hacia una solución legal y humanitaria. Los migrantes se enfrentan a un panorama cada vez más precario, dejando atrás proyectos de vida construidos en torno a la esperanza del cruce seguro hacia Estados Unidos.
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