El presidente estadounidense, Donald Trump, ha firmado una serie de órdenes ejecutivas que buscan revitalizar la industria carbonífera, mancomunando esfuerzos con mineros que, ataviados con sus distintivos cascos y uniformes, lo acompañaron durante el anuncio en el Salón Este de la Casa Blanca. Trump, desde el podio, no dudó en calificar la medida como un esfuerzo «audaz» para promover lo que llamó «carbón limpio y hermoso», afirmando que su predecesor, Joe Biden, al igual que Barack Obama, se habían declarado en «guerra» contra este recurso. El mandatario exaltó a los mineros, describiéndolos como «grandes patriotas estadounidenses», mientras estos respondían con gestos de aprobación y risas.
Las órdenes ejecutivas de Trump evidencian su compromiso con el aumento de producción energética derivada de combustibles fósiles y el desmantelamiento de las regulaciones medioambientales impuestas previamente. En este sentido, sus directrices pretenden asegurar la operación continua de plantas alimentadas por carbón e incluso revisar la posibilidad de clasificar el carbón como un mineral crítico, lo que contrasta con la percepción global donde naciones como Canadá y Japón no lo consideran esencial para tecnologías avanzadas. La propuesta coincide con un incremento esperado del 16% en la demanda energética de Estados Unidos en los próximos cinco años, impulsada por el auge de centros de datos y la inteligencia artificial, marcando el primer aumento significativo en dos décadas.
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