Donald Trump ha decidido frenar, al menos temporalmente, la espiral de aranceles en la que se ha visto envuelto con China, según sus declaraciones recientes durante un vuelo en el Air Force One. El presidente de Estados Unidos había mantenido una postura de confrontación al responder a cada acción de China, en una suerte de competencia donde ninguno de los dos bandos parecía dispuesto a ceder. Sin embargo, ahora parece dispuesto a dialogar, aunque al mismo tiempo insiste en que está en una posición fuerte para negociar. La estrategia de Trump ha dejado en evidencia sus debilidades, mientras él sigue dando bandazos en sus opiniones sobre temas comerciales y otros asuntos relevantes.
Los aranceles impuestos por ambas naciones han alcanzado niveles disuasorios, amenazando con congelar el comercio entre las dos economías más grandes del mundo. Empresas como Tesla y Amazon ya han tomado medidas en respuesta a la situación, buscando alternativas en otros mercados. A pesar del enorme déficit comercial de Estados Unidos con China, Trump sigue manteniendo una visión simplista de las relaciones comerciales, que en última instancia pueden perjudicar a ambas naciones. La incertidumbre generada ha afectado la confianza del consumidor en Estados Unidos, intensificando el pesimismo económico, pero el presidente parece minimizar estas preocupaciones, tomando una postura optimista y, según él, ganadora en este conflicto comercial.
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