La creciente tensión en la región del Nagorno Karabaj ha alcanzado un nuevo punto álgido tras la reciente escalada de violencia entre Armenia y Azerbaiyán. Las fuerzas armadas de ambos países han reportado múltiples enfrentamientos, resultando en bajas significativas y desplazamientos masivos de civiles. La comunidad internacional sigue a la expectativa, con llamados a la paz desde diversas organizaciones, aunque sin avances concretos hacia un cese al fuego. La ONU ha enviado mensajes de preocupación e insta a ambos gobiernos a retomar el diálogo en busca de una solución pacífica al conflicto.
Mientras tanto, la situación humanitaria se deteriora rápidamente, con recursos limitados y acceso restringido para las organizaciones de ayuda en el área. La creciente animosidad entre ambas naciones ha avivado viejas rencillas y exacerbado las tensiones regionales, complicando los esfuerzos diplomáticos. A pesar de las conversaciones mediadas anteriormente por actores internacionales, el camino hacia la paz sigue siendo incierto. Analistas advierten que sin un compromiso firme de las partes involucradas, el riesgo de una guerra a gran escala sigue latente, y el sufrimiento de la población civil podría intensificarse.
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