El reciente nombramiento de Massad Boulos como principal asesor de Donald Trump para asuntos árabes y de Oriente Próximo ha captado la atención en Washington. Boulos, un empresario de origen libanés y suegro de Tiffany Trump, ha sido reconocido por su papel vital en consolidar el apoyo árabe-estadounidense durante la campaña republicana. En un giro sorprendente, este nombramiento se produce apenas un día después de que Trump designara a otro consuegro, Charles Kushner, como futuro embajador de EE. UU. en Francia. Si bien Kushner trae consigo un historial polémico, incluyendo un indulto presidencial previo, Boulos ha jugado un papel crucial al atraer a la comunidad árabe en Míchigan, tradicionalmente demócrata. Sus esfuerzos han sido clave para que Trump derrotara a Kamala Harris en el estratégico distrito de Dearborn Heights, demostrando la importancia de estas alianzas en el campo electoral.
El enfoque de Trump en reforzar sus filas con personas de confianza y cercanos a su círculo familiar también se refleja en otras nominaciones. Entre ellas, destaca la de Elise Stefanik como embajadora ante la ONU y Mike Huckabee como próximo embajador en Israel, quienes se alinean firmemente con la política proisraelí del futuro gobierno estadounidense. La designación de Steve Witkoff, sin experiencia en el área, como enviado especial para Oriente Próximo completa este elenco de aliados leales a la agenda nacionalista-religiosa de Israel. Con una perspectiva decididamente proisraelí, la controversial posición de Huckabee al rechazar la creación de un Estado palestino resalta posibles tensiones en la región. Entretanto, Boulos podría ofrecer un puente al alto el fuego entre Israel y Líbano, capitalizando sus vínculos políticos en la zona y su conocimiento regional, ofreciendo un contrapeso modesto a la predominante inclinación proisraelí del futuro gabinete.
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