En una reciente conferencia de prensa, el secretario de Guerra anunció cambios significativos en las políticas de reclutamiento militar, enfatizando su postura de no aceptar más soldados con sobrepeso, con barbas o con cabellos largos. Estas medidas se enmarcan en un esfuerzo por alinear el estándar de los efectivos con una imagen de disciplina y preparación física más estricta. La decisión ha generado un intenso debate en la esfera pública y entre expertos, quienes cuestionan la eficacia y la equidad de estas restricciones, sugiriendo que podrían excluir a potenciales soldados capacitados únicamente por su apariencia física.
Además, el secretario reveló planes para eliminar ciertas restricciones en el entrenamiento y las reglas de combate. Según el funcionario, esta modificación busca otorgar más libertad a los militares para enfrentar eficazmente las realidades del campo de batalla actual. Estas reformas, según explicó, están diseñadas para incrementar la eficacia operacional, aunque también han suscitado preocupación sobre el impacto que estas medidas podrían tener en la ética militar y el bienestar de los soldados. Algunos analistas advierten que la relajación de las normas podría derivar en un aumento de conductas imprudentes, planteando desafíos para el mando y la cohesión de las tropas.
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