En un movimiento que ha generado tensión en el ámbito tecnológico global, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha planteado exigencias draconianas a Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), con el fin de reducir los aranceles a las exportaciones taiwanesas a un nivel comparable con Japón y Corea del Sur.
A raíz de la implementación de un arancel del 20% a las exportaciones taiwanesas, Lai Ching-te, presidente de Taiwán, señala que esta medida es «temporal». Sin embargo, detrás de la decisión se vislumbra una clara presión desde Washington, enfocada en TSMC, la piedra angular de la economía taiwanesa.
Taiwán registró un superávit comercial de 73.900 millones de dólares con Estados Unidos en 2024, lo que ha motivado a la administración Trump a imponer dos exigencias cruciales: una inversión adicional de 400.000 millones de dólares por parte de TSMC en Estados Unidos o la compra de un 49% de Intel. Estas propuestas son vistas como inviables por el presidente de TSMC, C.C. Wei, ya que comprometerían la autonomía y estabilidad financiera de la compañía.
A pesar de que TSMC ha invertido ya 165.000 millones de dólares en Arizona, Trump busca un mayor control de la tecnología avanzada. «Para Trump, TSMC es clave en la guerra tecnológica con China», señala un alto directivo del sector TIC taiwanés.
Este contexto se suma a un escenario económico complicado para Taiwán, agravado por la apreciación del dólar taiwanés. El presidente de la Cámara de Comercio Nacional de Taiwán, Hsu Shu-po, advierte que esta combinación de aranceles y tipos de cambio podría resultar en una pérdida de competitividad del 15%, afectando no solo a los semiconductores, sino también a sectores como el textil y el automotriz.
El gobierno de Lai Ching-te enfrenta un dilema geopolítico: proteger su industria estratégica o ceder ante presiones comerciales para evitar una ruptura en las relaciones bilaterales. Analistas como Chen Hui-ming enfatizan la importancia de salvaguardar la independencia de TSMC en medio de este escenario.
Este conflicto trasciende lo económico, revelando una lucha por el dominio tecnológico mundial. Trump considera esencial el control de la cadena de semiconductores en su estrategia contra China, mientras Taiwán defiende su independencia tecnológica. Las negociaciones próximas serán decisivas en la configuración del equilibrio geoestratégico de la industria tecnológica global.
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