Según un comunicado emitido por la Casa Blanca, el nuevo impuesto está programado para entrar en vigor el 27 de agosto, lo que generará un impacto significativo en diversos sectores económicos del país. La medida, promovida por el actual gobierno, busca aumentar la recaudación fiscal en un contexto de déficit presupuestario, lo que ha suscitado un amplio debate público y comentarios de expertos en economía sobre sus posibles repercusiones. Empresas y consumidores se preparan para adaptarse a los cambios, mientras las autoridades aseguran que el impuesto es necesario para sostener el gasto público e impulsar proyectos de infraestructura.
A medida que se acerca la fecha de implementación, analistas advierten sobre posibles aumentos en los costos de bienes y servicios, lo que podría repercutir en la inflación y el poder adquisitivo de los ciudadanos. Las reacciones de los distintos sectores económicos son variadas; algunos ven la medida como un paso necesario para modernizar la economía, mientras otros expresan preocupaciones sobre su timing y ejecución. La Casa Blanca, por su parte, ha instado a la calma, reiterando que se han previsto mecanismos de mitigación para apoyar a los sectores más afectados por la nueva normativa.
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