El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un paso controversial al anunciar la imposición de aranceles del 25% sobre las importaciones de semiconductores y productos farmacéuticos. Este movimiento busca fomentar la producción nacional y disminuir la dependencia de proveedores extranjeros, pero ha sembrado dudas en las industrias tecnológica y farmacéutica.
Durante una rueda de prensa en Mar-a-Lago, Trump detalló que este nuevo impuesto está diseñado para subir de manera sustancial a lo largo del año. No obstante, se ha comprometido a proporcionar a las empresas el tiempo necesario para establecer operaciones en suelo estadounidense antes de la aplicación definitiva de la medida. «Queremos darles tiempo para que vengan porque, cuando instalen sus plantas en Estados Unidos, no habrá aranceles. Así que les daremos una pequeña oportunidad», afirmó el mandatario.
Estas palabras parecen estar dirigidas a gigantes fabricantes como Samsung y TSMC, que han anunciado inversiones en Estados Unidos, aunque hacer realidad estas fábricas podría llevar hasta 38 meses. Existe la posibilidad de que la administración de Trump posponga los aranceles para permitir que estas compañías instalen sus operaciones sin apuros, según fuentes del sector.
Aumentar la producción nacional de chips es una prioridad para el gobierno de EE.UU., dadas las necesidades estratégicas y económicas del país. La dependencia de semiconductores importados, especialmente de las avanzadas fábricas taiwanesas, es un punto sensible. La Casa Blanca está considerando estrategias para fomentar una producción competitiva nacional, que podrían incluir una colaboración conjunta entre Intel y TSMC en territorio estadounidense.
El gobierno también está revisando los requisitos para las subvenciones de la «CHIPS and Science Act», con el fin de asegurar que las empresas que reciban fondos muestren un compromiso real hacia la producción interna.
Las repercusiones del anuncio de aranceles ya se están sintiendo en el mercado. Jason Chen, CEO de Acer, ha advertido que los precios de los portátiles podrían aumentar un 10% en EE.UU. debido a los nuevos impuestos, y sugirió que algunos fabricantes podrían utilizar esto como excusa para aumentar aún más sus precios.
Por otra parte, empresas como Nvidia, AMD y Apple, que dependen de semiconductores importados, podrían enfrentar desafíos logísticos y financieros significativos. Apple, por ejemplo, podría verse obligada a trasladar parte de su producción o afrontar costos adicionales, que eventualmente afectarían el bolsillo de los consumidores.
Con la propuesta aún en fase de desarrollo, la incertidumbre persiste. De implementarse tal como se ha anunciado, Estados Unidos podría estar al borde de un encarecimiento de productos esenciales y un cambio en el panorama de los mercados tecnológicos y farmacéuticos.