El presidente de Estados Unidos está implementando medidas para obligar a que más productos se fabriquen dentro del país. Esta iniciativa surge en un esfuerzo por fortalecer la economía nacional, reducir la dependencia de la fabricación extranjera y fomentar el empleo local. La administración está considerando una serie de incentivos fiscales y créditos para las empresas que reubiquen sus operaciones en territorio estadounidense, además de potenciales tarifas para aquellas que continúen produciendo en el extranjero.
La estrategia también busca abordar vulnerabilidades en la cadena de suministro que han sido evidentes en los últimos años, especialmente en sectores críticos como la tecnología y la automoción. El enfoque está diseñado para revitalizar la industria manufacturera estadounidense, garantizar la seguridad nacional y situar al país en una posición más competitiva en el mercado global. Sin embargo, estas políticas podrían enfrentar resistencia de compañías que se benefician de costos de producción más bajos en otros países.
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