Los funcionarios de Salud Pública han recibido instrucciones para cesar de inmediato toda colaboración con una agencia de salud asociada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta orden impacta directamente en varios proyectos que estaban en curso, afectando tanto a la investigación como a la implementación de programas de salud pública a nivel mundial. La medida ha generado preocupación en la comunidad internacional, que se cuestiona las implicaciones de esta interrupción en el combate de problemas globales de salud, como las campañas de vacunación y las estrategias para enfrentar brotes de enfermedades.
La decisión se ha tomado en medio de tensiones diplomáticas que subrayan la creciente independencia de los sistemas de salud nacionales frente a organismos internacionales. Expertos en salud pública advierten que este tipo de acciones pueden dificultar la respuesta coordinada a emergencias sanitarias, reduciendo la capacidad de las naciones para compartir información crítica y recursos. Por otro lado, los gobiernos justifican esta separación como un paso hacia la soberanía en la gestión de sus políticas de salud, aunque las preocupaciones sobre la eficacia de esta estrategia persisten. Las partes involucradas no han emitido comentarios adicionales sobre el futuro de esta colaboración ni sobre posibles negociaciones para reanudarla en un contexto que equilibre la autonomía nacional y la cooperación internacional.
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