Michael Barr presentó su dimisión como vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, una decisión motivada por su deseo de evitar un enfrentamiento con el presidente Trump. La vacante será ocupada por Michelle «Miki» Bowman, según anunció el mandatario este lunes, a quien se le reconoce su experiencia en la Junta de Gobernadores desde 2018. Se espera que la administración de Trump, junto con el control republicano tanto de la Casa Blanca como del Capitolio, promuevan normativas más flexibles para el sector bancario, lo que podría facilitar la actividad financiera en el país. El mercado anticipa que las nuevas exigencias regulatorias, ahora bajo la supervisión de Bowman, requerirán menos capital de los grandes bancos para enfrentar posibles crisis financieras.
La llegada de Bowman coincide con un contexto de cambios regulatorios y un decreto reciente de Trump que limita el poder de agencias federales, afectando el ámbito de regulación y supervisión de la Reserva Federal. Aunque su experiencia en macroeconomía es limitada, su historial en bancos comunitarios y como comisionada en Kansas respalda su nombramiento. Liderará con una perspectiva que algunos del sector financiero consideran más favorable para su crecimiento. Sin embargo, la dimisión de Barr deja en suspenso iniciativas más estrictas sobre el capital bancario, lo que genera incertidumbre tras la debacle de bancos medianos como Silicon Valley Bank. El nuevo entorno regulador se debate entre la necesidad de solidez financiera y un impulso a la economía a través de una supervisión menos rigurosa.
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