En 1968, el Congreso de Estados Unidos tomó la decisión de establecer un nuevo día festivo federal. Esta medida fue parte de un esfuerzo más amplio para reconocer y conmemorar importantes valores y eventos de la historia del país, así como para ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de reflexionar sobre su significado. La instauración de este día buscó unificar más a la nación en torno a sus principios y facilitar momentos de pausa dentro del ritmo acelerado de la vida cotidiana.
Desde entonces, el nuevo día festivo se ha integrado firmemente en el calendario nacional, siendo adoptado por diversas comunidades y celebrado con ceremonias y actos conmemorativos en todo el país. La decisión del Congreso no solo tuvo implicaciones culturales y sociales, sino también económicas, ya que afectó los calendarios laborales y académicos, proporcionando a los trabajadores y estudiantes un descanso adicional para participar en las celebraciones correspondientes o simplemente disfrutar del día libre.
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