En una reciente declaración, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha causado revuelo al afirmar que los aranceles impuestos a Canadá provocarán que el país vecino deje de ser viable económicamente y eventualmente se transforme en el «querido estado 51» de Estados Unidos. La polémica declaración surge en el contexto de las tensiones comerciales existentes entre ambas naciones, incrementadas durante la administración de Trump. Según el exmandatario, la imposición de aranceles podría llevar a un debilitamiento significativo de la economía canadiense, lo que abriría la puerta a una posible anexión por parte de Estados Unidos, un comentario que ha generado críticas tanto en Canadá como dentro de sectores políticos estadounidenses que consideran la declaración como una exageración retórica.
La perspectiva de Trump acerca de la situación económica y política entre Estados Unidos y Canadá ha abierto un debate sobre las relaciones bilaterales y el impacto de las políticas arancelarias. Analistas económicos han señalado que, aunque los aranceles ciertamente pueden ejercer presión sobre la economía canadiense, la afirmación de que Canadá podría convertirse en un estado de Estados Unidos no es más que una estrategia de provocación política. Las relaciones entre ambas naciones siempre han estado caracterizadas por la cooperación y el comercio, y muchos expertos consideran que un cambio tan drástico es improbable. Mientras algunos ven las palabras de Trump como una maniobra para mantenerse en el centro del debate político, tanto en Estados Unidos como internacionalmente, otros sugieren que este tipo de declaraciones polarizan aún más las percepciones entre los países y complican la diplomacia.
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