Washington ha anunciado que implementará nuevas tarifas arancelarias a partir del próximo martes, estableciendo un 25% para sus países vecinos y un 10% para Pekín, además de aplicar medidas similares al sector energético. Estas decisiones han sido tomadas en medio de tensiones comerciales y diplomáticas, como respuesta a la crisis de sobredosis de fentanilo que ha sacudido a Estados Unidos en los últimos años. Las autoridades estadounidenses afirman que estas medidas se mantendrán vigentes hasta que se logre un consenso y solución efectiva respecto al tráfico y consumo de este opioide sintético que ha provocado numerosas muertes en el país.
La introducción de estas tarifas podría intensificar las tensiones comerciales entre Estados Unidos y sus socios, especialmente China, en un momento donde las relaciones ya enfrentan desafíos en diversas áreas, incluyendo la tecnología y los derechos humanos. Expertos señalan que esta táctica económica busca presionar a Pekín y otras naciones para que colaboren más activamente en el control y reducción del tráfico de fentanilo, cuyos precursores químicos son a menudo fabricados en Asia. Sin embargo, algunos analistas advierten que este tipo de medidas unilaterales pueden resultar contraproducentes, afectando no solo al comercio internacional sino también a la economía doméstica y a las relaciones diplomáticas multilaterales.
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