Donald Trump aterrizó en Escocia desde el Air Force One, listo para iniciar una visita que, a pesar de ser privada, promete ser agitada. Eligió el país para descansar en sus campos de golf de Turnberry y Menie, pero su agenda se llenó inmediatamente con reuniones importantes. El exmandatario estadounidense comentó sobre su próxima reunión con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, para intentar cerrar un acuerdo comercial arancelario. Aunque Trump describió a Von der Leyen como «altamente respetada», señaló que las probabilidades de lograr el acuerdo eran de un «50/50» debido a varios temas espinosos aún sin resolver, manifestando su característico estilo incierto y polémico. Su encuentro con el primer ministro británico, Keir Starmer, también promete ser crucial, dado que el Reino Unido busca mejorar el acuerdo comercial ya existente con Estados Unidos.
Durante su llegada, Trump no tardó en abordar sus temas recurrentes y controversiales, incluyendo una fuerte advertencia sobre la migración en Europa, afirmando que la llegada de migrantes amenaza la existencia del continente. Además, expresó su descontento con los molinos de viento que, según él, arruinan los paisajes naturales y afectan la vida silvestre. Estas declaraciones reavivan sus posturas conocidas y pueden generar protestas en varias ciudades escocesas, como Glasgow, Edimburgo y Aberdeen. El despliegue de seguridad espera mantener las manifestaciones distantes de su presencia, aunque es poco probable que minimicen las tensiones que sus visitas suelen despertar.
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