La reciente reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca, terminó de manera abrupta y sin acuerdos, destacándose por un severo intercambio verbal en público que dejó en entredicho el futuro de Ucrania. En un cónclave que en principio buscaba discutir estrategias para el proceso de paz y firmar un acuerdo de explotación conjunta de los recursos naturales ucranianos, Trump reprendió a Zelenski, acusándolo de no estar preparado para la paz y de discutir innecesariamente delante de los medios. La reunión culminó con la retirada anticipada del presidente ucraniano, dejando sin firmar el pacto previsto y generando un mar de incertidumbres sobre el respaldo futuro de Estados Unidos hacia Ucrania.
La tensión alcanzada en el Despacho Oval resalta la fragilidad de las alianzas internacionales ante la guerra en Ucrania, especialmente cuando Trump evidenció su intención de negociar con Moscú. La postura del presidente estadounidense contrasta con las recientes visitas de líderes europeos como Emmanuel Macron y Keir Starmer, quienes intentaron asegurar el compromiso de seguridad de Washington en caso de un alto el fuego. La falta de consenso en el encuentro y las afirmaciones de Trump sobre la autodefensa ucraniana marcan una ruptura potencialmente beneficiosa para Rusia, que continúa su ofensiva desde 2014. La situación ha generado preocupación entre los aliados europeos, quienes demandan una red de seguridad más concreta por parte de Estados Unidos, incluso mientras Trump persiste en su enfoque económico y en la negación del ingreso de Ucrania a la OTAN.
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