En el panorama político europeo, la extrema derecha ha encontrado motivos para celebrar tras el avance del partido Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones locales recientes. Esta agrupación, conocida por su postura antiinmigración y su fuerte crítica al Islam, ha reforzado su presencia en diversas regiones del país germano, movilizando a votantes descontentos con las políticas tradicionales de los partidos establecidos. El resultado ha sido percibido como un espaldarazo por líderes de movimientos de derecha en otros países europeos, quienes consideran que el éxito de AfD fortalece su discurso y legitima aún más su agenda política centrada en el control de la inmigración y el rechazo al multiculturalismo.
El creciente apoyo a AfD resuena particularmente entre grupos que demandan políticas más estrictas contra la inmigración ilegal y una postura más dura frente al fundamentalismo islámico. Esta victoria se enmarca en un contexto más amplio de fortalecimiento de partidos de derecha en Europa, que argumentan que la seguridad y la identidad cultural del continente están en juego. Las reacciones no se hicieron esperar, y figuras destacadas de la extrema derecha en Italia, Francia y otros países elogian a AfD, viéndolo como un ejemplo a seguir en sus propias luchas políticas. Esto destaca una tendencia creciente hacia políticas más conservadoras en el continente, lo que podría configurar un cambio significativo en el mapa político europeo en los próximos años.
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