La cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin, celebrada en la base militar de Elmendorf-Richardson, Anchorage, ha sido descrita como “extremadamente productiva” por el presidente estadounidense. A pesar de las expectativas, no se han logrado acuerdos concretos. Ambos líderes destacaron la relevancia de las conversaciones sobre el futuro de Ucrania, enfatizando la necesidad de un posible alto el fuego. Trump destacó que su principal objetivo es detener la violencia en Ucrania, dejando claro que no pretende negociar en nombre de Kiev, sino facilitar un diálogo directo entre los actores involucrados.
Putin, por su parte, expresó satisfacción al describir la cumbre como un paso hacia la ruptura de su aislamiento internacional, tras años de tensiones. Sin embargo, subrayó la importancia de resolver las “causas profundas” del conflicto, como el interés de Ucrania en unirse a la OTAN. Mientras tanto, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, y sus aliados europeos, han manifestado su desaprobación ante cualquier concesión territorial, insistiendo en que cualquier acuerdo debe garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo. El ambiente en Anchorage reflejó la complejidad de la situación, con fuertes expectativas de una tregua, aunque se mantiene un alto porcentaje de incertidumbre respecto al éxito de las negociaciones.
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