Ucrania y Rusia han decidido iniciar negociaciones para un alto el fuego, un anuncio que ha sido impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump, tras conversaciones telefónicas con los líderes de ambos países. Trump propone que las reuniones se realicen en el Vaticano, buscando un espacio neutral para mediar en el conflicto. A pesar del optimismo manifestado, hay escepticismo sobre la efectividad de estas charlas debido a las profundas diferencias entre las partes. Rusia exige la eliminación del gobierno ucraniano y su sustitución por uno pro-Moscú, mientras Ucrania resiste bajo el fuego constante de las fuerzas rusas que continúan atacando sus ciudades.
La comunidad internacional sigue con atención estas negociaciones, mientras líderes europeos como Ursula von der Leyen y Emmanuel Macron dialogan con Trump buscando una salida pacífica. Sin embargo, las palabras de buena voluntad contrastan con acciones militares rusas que no cesan, como el reciente lanzamiento de drones sobre territorio ucraniano. En Estados Unidos, hay frustración por la falta de avances, y Trump amenaza con imponer nuevas sanciones a Rusia si no se materializan progresos hacia la paz. En este complejo panorama, las sanciones europeas contra Rusia siguen intensificándose, mientras se trabajan nuevas respuestas económicas para presionar a Moscú y buscar una solución definitiva al conflicto.
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