El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha defendido con firmeza su decisión de desplegar soldados y agentes federales en las calles de Washington, a pesar de la controversia y el descontento que ha generado entre los residentes de la capital. Trump, quien tomó esta medida bajo el argumento de combatir una supuesta escalada de violencia, visitó el cuartel de operaciones para reafirmar que los efectivos permanecerán allí mucho tiempo, considerando incluso extender su presencia más allá del plazo legal de 30 días. A pesar de las estadísticas que indican una reducción de la criminalidad, el mandatario describe la ciudad como un caos dominado por bandas violentas y personas sin techo.
La respuesta del gobierno federal, apoyada por algunos estados republicanos, ha resultado en la detención de 630 personas, de las cuales una tercera parte son inmigrantes en situación irregular. Sin embargo, esta estrategia ha sido ampliamente rechazada por la población local, con un 79% de los residentes de Washington oponiéndose a la orden presidencial, según un sondeo del Washington Post. Además, muchos habitantes afirman sentir menos seguridad con la presencia militar y policial, en contraste con las afirmaciones de Trump de que Washington se ha convertido en una de las ciudades más seguras del país desde la intervención. Las tensiones siguen creciendo en una urbe cuya identidad política va en gran medida en contra de las políticas del presidente.
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