En una reciente entrevista, el presidente de Estados Unidos afirmó no creer que su país vaya a entrar en guerra con Venezuela, calmando en parte las crecientes preocupaciones sobre un posible conflicto armado entre las dos naciones. Sin embargo, sus declaraciones no descartaron completamente la posibilidad de un conflicto, ya que evitó confirmar o desmentir los rumores sobre posibles bombardeos. Esta respuesta ambigua ha dejado a expertos y analistas cautelosos mientras evalúan la situación en la región y las posibles implicaciones de estas declaraciones en las relaciones bilaterales.
Los comentarios del mandatario se producen en un contexto de tensiones diplomáticas y comerciales entre ambos países, especialmente tras recientes sanciones impuestas por Washington. Aunque aseguró que no anticipa una confrontación militar directa, la falta de claridad respecto a los rumores de ataques aéreos contribuye a un ambiente de incertidumbre. La comunidad internacional permanece atenta a cualquier desarrollo, mientras continúan los debates sobre las estrategias políticas de Estados Unidos y su impacto en América Latina.
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