La reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, en el Despacho Oval fue tensa y conflictiva, marcando un episodio más en el deterioro de las relaciones bilaterales. Durante el encuentro, Trump acusó repetidamente a Ramaphosa de permitir violencia y expropiaciones racistas contra la minoría blanca afrikáner, presentando un vídeo y artículos que supuestamente probaban un «genocidio» contra los granjeros blancos. Ramaphosa, por su parte, defendió la nueva ley de expropiaciones en Sudáfrica, argumentando que busca corregir las desigualdades post-apartheid, mientras subrayaba que la mayoría de la violencia afecta a la población negra.
El intercambio se produce en un contexto de creciente hostilidad, con Trump amenazando con retirar la participación en la cumbre del G-20 en Sudáfrica a menos que se cambien las políticas del Gobierno de Ramaphosa. Además, la Administración estadounidense ha suspendido programas de asilo para otros países, mientras agiliza los casos de algunos afrikáneres. Ramaphosa buscaba en esta visita resetear las relaciones y potenciar los lazos comerciales, críticos para Sudáfrica dado que Estados Unidos es su segundo socio comercial más grande. La tensión diplomática se suma a la cancelación de fondos de asistencia por parte de Washington, lo que ya afecta áreas vitales como la lucha contra el VIH en el país africano.
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