En recientes declaraciones, el presidente ha expresado su frustración con su homólogo colombiano, acusándolo de inacción frente al problema del tráfico de drogas. Según el mandatario, a pesar de los considerables recursos económicos proporcionados por Washington en forma de pagos y subsidios, las autoridades colombianas no han implementado medidas efectivas para frenar el flujo de narcóticos hacia otros países. Estas críticas surgen en un contexto de crecientes tensiones diplomáticas entre ambos gobiernos, quienes han mantenido una colaboración histórica en la lucha contra el narcotráfico.
Este impasse destaca las diferencias en las estrategias antidrogas de ambos países. Mientras Washington insiste en una mayor contundencia en los operativos contra los cárteles, el gobierno colombiano podría estar priorizando enfoques más centrados en el desarrollo social y la sustitución de cultivos. La falta de acción percibida ha generado inquietudes sobre la efectividad de la alianza entre ambos países, poniendo en cuestión futuras colaboraciones en seguridad y cooperación económica. El eventual impacto de estas tensiones podría repercutir en las políticas regionales de ambos países.
Leer noticia completa en El Mundo.