Las expectativas de septiembre suelen ser un espejismo en el ámbito de los cambios significativos. A menudo, se confía en este mes para iniciar transformaciones personales y sociales, pero los verdaderos cambios carecen de una fecha específica en el calendario. Estos procesos se manifiestan de manera gradual y su detección suele ser tardía. En ocasiones, se corre el riesgo de sobreinterpretar ciertos eventos, confundiéndolos con transformaciones fundacionales que no siempre resultan serlo.
El fenómeno de esperar alteraciones significativas en épocas concretas puede ser engañoso. La percepción de cambio está frecuentemente acompañada de interpretaciones exageradas que distorsionan la realidad. Esto crea narrativas que no siempre se corresponden con el desarrollo genuino de los acontecimientos. En esencia, el verdadero impacto de los cambios no se da en fechas predeterminadas, sino que emerge cuando menos se espera y suele pasar desapercibido hasta que sus efectos son innegables.
Leer noticia completa en El Mundo.