Una masiva protesta ha sacudido el centro de Valencia en defensa del derecho a una vivienda digna, encabezada por jóvenes en sus veintes y treintas. La manifestación, que atrajo a entre 15.000 y 50.000 personas según diferentes estimaciones, se articuló bajo el lema «Valencia se ahoga». La creciente crisis de vivienda en la ciudad ha obligado a muchos profesionales jóvenes, incluso aquellos con títulos avanzados y empleos estables, a compartir habitación o volver a vivir con sus padres debido a los inaccesibles precios del alquiler. Los organizadores del evento apuntan al modelo turístico de la ciudad como una de las causas principales de esta problemática, señalando que el crecimiento del alquiler turístico ha generado una disminución en la disponibilidad de viviendas a largo plazo para los residentes locales.
Entre los manifestantes se encuentra Luz Bellod, de 33 años, quien ha tenido que mudarse a las afueras de Valencia para encontrar una vivienda asequible, y Marta Faus, de 35, que ha regresado a la ciudad después de trabajar en el extranjero solo para encontrar costos de alquiler exorbitantes que consumen la mayor parte de su sueldo. Ana Muñoz, de 29 años, narra las dificultades de encontrar un piso dentro de su presupuesto y denuncia prácticas abusivas de los caseros. Pau Guillem, de 24 años, representa otro caso donde el turismo invade el espacio habitacional: su arrendador transformó su vivienda en un alojamiento turístico, obligándolo a regresar a su hogar familiar mientras busca opciones asequibles. Estos testimonios reflejan una realidad similar para muchos residentes cuya capacidad de vivir dignamente está cada vez más comprometida por el auge del turismo y la especulación en el mercado inmobiliario.
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