La educación, más allá de ser una mera transmisión de conocimientos, representa una práctica social con un intenso valor moral. Al abordar esta cuestión, es crucial decidir si la formación de los estudiantes debe orientarse hacia la adaptación pasiva a lo establecido o hacia la promoción de la expresión libre de identidades. El ejemplo del Colegio Público Nuestra Señora de Gracia en Málaga ilustra esta disyuntiva. Considerado en su momento un «centro gueto» en riesgo de cierre, comenzó su transformación en el curso 2003/04 gracias a un grupo comprometido de docentes que, mediante un proyecto educativo innovador, lograron convertir el colegio en un espacio de aprendizaje democratizado y apreciado comunitariamente, llegando a ser tan valorado que cuenta ahora con lista de espera.
El renovado enfoque del colegio se basa en proyectos colaborativos como «La ilusión de vivir y crecer en compañía» y la iniciativa de “Puertas regaladas”, promoviendo una cultura académica centrada en la convivencia y participación activa. Estos cambios han reforzado la cohesión del equipo docente, permitido el desarrollo de un currículo significativo y consolidado una identidad compartida que valora las diferencias y fomenta el sentido de pertenencia. Las asambleas y proyectos apoyados por familias y la comunidad local reflejan esta evolución, convirtiendo el colegio en un referente educativo que trasciende los límites tradicionales del aula. La trasformación de «El Gracia» evidencia que la educación tiene el poder de replantearse como un proceso dinámico que fomenta la justicia social y la equidad.
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