En un mundo donde la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, la Universidad de Tartu ha revelado una innovadora manera de reutilizar smartphones en desuso. Cada año, se fabrican más de 1.200 millones de estos dispositivos, aunque la mayoría termina desechado tras pocos años de uso, contribuyendo a un grave problema de residuos electrónicos.
Investigadores de esta universidad, liderados por Huber Flores y Zhigang Yin, han ideado un método para transformar estos aparatos en micro centros de datos. Este enfoque innovador no solo prolonga la vida útil de los móviles, sino que ofrece una solución sostenible al creciente problema de la basura electrónica.
El equipo de investigación ha logrado convertir teléfonos obsoletos en nodos de procesamiento y almacenamiento de datos. Este proceso cuesta aproximadamente 8 euros por dispositivo, lo que lo hace accesible y útil, especialmente en áreas con infraestructura limitada.
En sus pruebas, los investigadores crearon un prototipo funcional al ensamblar cuatro dispositivos, sustituyendo las baterías por fuentes de alimentación externas y utilizando carcasas impresas en 3D. Este sistema fue probado en un entorno submarino, donde logró monitorizar la vida marina automáticamente, eliminando la necesidad de intervención humana especializada.
Las aplicaciones potenciales de esta tecnología son vastas, desde optimizar el transporte público hasta facilitar el análisis ambiental en zonas remotas. Ulrich Norbisrath, co-líder del proyecto, enfatiza la necesidad de repensar la sustentabilidad tecnológica: “La sostenibilidad no es solo preservar el futuro, sino también reimaginar el presente.”
El estudio, publicado en la revista IEEE Pervasive Computing, destaca la importancia de desarrollar herramientas que permitan la reutilización efectiva de hardware variado. A su vez, abre la puerta a nuevas investigaciones sobre el uso de la inteligencia artificial y el procesamiento de datos en el extremo de la red.
Este avance pionero de la Universidad de Tartu representa un paso crucial hacia una computación más ecológica y responsable, demostrando que la tecnología del pasado puede servir como pilar para un futuro más sostenible.
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